Una habitación propia, Virginia Woolf

Virginia Woolf nació en Londres en 1882, y es uno de los máximos ponentes de la literatura en el siglo XX. En 1912 fundó Hogarth Press junto a su marido, editorial que desempeñó un importante papel en la literatura inglesa de entreguerras. Podríamos decir que sus características principales son: la ruptura de los cánones tradicionales, el monologo interior y el fluir de la conciencia. En 1941 sintió que la locura empezaba a adueñarse de ella, hecho que la llevó a suicidarse ahogándose en el río Ouse.


Este escrito es un ensayo basado en dos conferencias que la escritora dio en la Sociedad literaria de la época.
Virginia comienza su conferencia contando la historia que ocurrió dos días antes de la misma, cuando estaba hilando ideas sobre qué exponer en el tema propuesto para la conferencia “La mujer y la novela”. Después de hacer una serie de reflexiones y conjeturas, decide ir a una biblioteca universitaria. Sin embargo, allí se encuentra con que el bedel no la deja pasar, por ser una mujer, sin una carta de recomendación o acompañada de algún miembro destacado de la universidad. Este momento nos da muchas pistas sobre el relato que acontece, y sobre la situación de la sociedad de la época, siendo chocante cómo una mujer es invitada a dar una conferencia de dicho tema, cuando ni siquiera puede acceder libremente a los conocimientos de una biblioteca.

Más adelante, nos lanza la pregunta de cómo se habría desarrollado la vida de la hermana de Shakespeare en el siglo XVI , suponiendo que tiene el mismo talento que él. Abriendo los interrogantes: ¿habría recibido educación? ¿Habría conocido los elogios y la fama? Probablemente no. Por tanto, figurémonos la cantidad de talento desaprovechado y perdido que ha ido acumulándose durante generaciones.
Como reflexión, nos relata un artículo de Sir Arthur Queller-Couch, donde argumenta que el poeta pobre no tiene, ni ha tenido durante los últimos 200 años, ninguna posibilidad de triunfar a consecuencia de la carencia de medios, bien, en el caso de las mujeres ocurre lo mismo. Ya que en dicha época no pudieron gozar de independencia económica. 
Por lo que, al ver los estantes de las bibliotecas repletos de nombres masculinos, la escritora insta a las mujeres de su siglo a tener dinero con el que ser independientes, una habitación propia, y a leer y escribir: 
“Porque la lectura de estos libros, parece, curiosamente, operar nuestros sentidos de cataratas; después de leerlos con más intensidad; el mundo parece haberse despojado del velo que lo cubría y haber cobrado una vida más intensa”.
Como conclusión, debemos resaltar que Virginia recomienda encarecidamente a las mujeres que se entreguen a la labor de vivir, pero, aunque este consejo lo dijera ante mujeres que ya no se encuentran entre nosotras, muchos de sus pensamientos siguen estando vigentes, y debemos tomar nota de ellos, donde, la fusión de los poderes masculinos y femeninos será lo único que nos haga conseguir la armonía social. En mi opinión “Una habitación propia” es uno de los grandes escritos, que considero, lectura obligatoria para la necesidad perpetua del lector de abrir los ojos ante una realidad que, a menudo, se nos escapa.

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